Nada de café, ni bebidas energizantes, ni nada por el estilo, eso solo alterará tu organismo. Entonces, si deseas realmente, obtener información de cómo mantenerte despierto mientras estudias, pero sin hacerte daño, estás en el lugar correcto.
El sueño es tan importante como las horas de estudio. Ahí está la clave. Así que vale la pena aplicar esto: dormir y descansar mejoran la capacidad intelectual. Entonces, aparte de aprenderte los temas para un examen, también debes dormir las horas suficientes para que tengas la mente despejada y así rendir al máximo. ¿Cómo hacerlo?, la única solución es que te hagas un horario.
Antes que nada, divide el tiempo total que dispones en partes y marcarte una meta para cumplir en cada uno. Recomendamos que empieces con los temas más complicados y difíciles (tu mente estará más fresca que al final del horario) luego considera los temas en orden de dificultad decreciente, dejando para el final los más fáciles y entretenidos. Sea cual sea el horario que planifiques, si lo cumples todos los días, le sacarás más provecho que si estudias todo un día completo, sin descansar.
Empieza separando 2 horas con 45 minutos de tiempo dedicado al estudio diario.
Si eres de los que se concentran rápido, pero poco a poco se va cansando, comienza a estudiar 60 minutos, descansa 15, luego vuelve a estudiar durante 45 minutos, para volver a descansar 15, y termina dedicando 30 minutos al estudio.
En caso te cueste trabajo concentrarte antes de entrar de lleno a los estudios, entonces divide el tiempo de la siguiente manera: 30 minutos de estudio y descansa 15, luego 60 de estudio, 15 de descanso y terminas con 45 minutos de estudio.
Pero si te cuesta mucho ponerte a estudiar, incrementa el tiempo de estudio de manera progresiva (30 minutos, 45 y 60), intercalando dos descansos de 15.
Si planificas bien las horas de estudio, no dormirás mientras lo haces. Así lograrás aumentar tu fuerza de voluntad.
Uno de los problemas que deben solucionar aquellos estudiantes que se quedan dormidos es darle importancia al repaso. Sucede que al dejar de hacerlo, se corre el riesgo de tener que estudiar con mayor detenimiento y por mucho más tiempo a que si se mantuviera una disciplina de repasar las clases dadas durante el día.
Al repasar, lo mejor es darle un vistazo a los contenidos básicos de cada tema, a los apuntes, las anotaciones que hiciste en los márgenes del libro de texto, a las observaciones que hizo tu profesor y que escribiste en el cuaderno. Esto redondéalo con los aspectos más importantes de la lección.
Algo fundamental en el horario estudiantil es que los repasos se deben realizar a diario, sobre todo en las primeras horas después de la explicación del profesor. Los métodos para repasar son muy conocidos (pero poco usados por la pereza que da): repetir la lectura de lo explicado y recitar en voz alta lo leído. Esta es la mejor manera de no olvidar lo aprendido, ya que todos los días se revisarán los contenidos que ya se aprendieron previamente. Los repasos deben ser más frecuentes a medida que se acercan la temporada de exámenes.
Según los expertos en psicopedagogía, una de las formas de repasar sin cansarse es hacerlo en pequeños intervalos de tiempo. Las sesiones de estudio prolongadas traen consigo el sueño y el cansancio.
El tiempo que se debe dar al repaso, dependerá de la dificultad que tenga la materia para el estudiante. Si tienes una idea clara de la materia, es porque los contenidos están bien organizados y estas familiarizados con ellos. Muchos estudiantes caen en el error de repasar solo en las fechas previas a los exámenes, pero esto no debe ser así. Lo que deberías hacer, cuando se aproximan las evaluaciones, es intensificar la frecuencia de repaso, eso evitará la ansiedad.