Temporada de ilusión, colorido, alegría y unión familiar, quizá la fiesta que más recordamos desde nuestra niñez, la que más esperamos y la que muchas veces genera grandes gastos y estrés. Pero dentro de todo ese ajetreo, entre tiendas y desfiles navideños surge un nombre que, aparentemente olvidado, vuelve a retomar sentido en nuestros corazones, se trata del artífice de la Navidad, la razón principal de esta celebración: Jesús.
El niño Jesús, con su mensaje de paz y amor, aquel que nació en un humilde pesebre, aquel que sería llamado Rey de Reyes, y que tendría una enorme trascendencia en todo el mundo, aquel cuyo nacimiento recordamos desde hace más de dos mil años. ¿Podremos volver a sentir el verdadero espíritu de la Navidad?
¿Acaso la Navidad tiene que ser solo comercio, marketing, ganancias, prestamos y deudas?, ¿acaso la Navidad es mejor si se tiene un Pavo enorme en el horno, panetones, chocolate y toda la comida que deseemos?, ¿acaso la Navidad es más divertida si compartimos regalos costosos con nuestros seres queridos?, ¿acaso la Navidad será más memorable si se abren exclusivos licores para brindar?, ¿realmente creemos eso?, o ¿hemos perdido el verdadero espíritu de la Navidad?
La Navidad realmente tiene sentido si recordamos la importancia que ha tenido en el mundo el nacimiento de un ser que nos dio la oportunidad de renovar la esperanza que tenemos de alcanzar realmente la felicidad. Alguien que nos ofrece un futuro brillante a cambio de desechar el pasado malo e infeliz y nunca más recordarlo. Aquel cuyo nacimiento se concretó en el lugar más humilde que pudiera existir, en condiciones que incluso hoy en día se considerarían paupérrimas. Nacimiento que conmueve el alma y suaviza los duros problemas que nos genera la vida.
Que esta Navidad sea un tiempo para unir a la familia, para acercarnos a aquella persona con quien discutimos y no deseamos hablar. Que podamos tener la suficiente influencia navideña para levantar el teléfono y llamar a aquel familiar con quien no conversamos hace años. Tengamos una feliz Navidad llevando perdón a quien nos ofendió, generemos nuevas promesas familiares y seamos motivadores para cumplirlas. Este mundo necesita de más ejemplos buenos que seguir.
Pero principalmente recordemos la labor que hizo Jesús cuando estuvo en la tierra, seamos pacificadores, influenciemos positivamente en los demás, hagamos felices a nuestros familiares e incluso a desconocidos. Seamos mejores personas, muy a pesar de que nadie se percate de nuestras grandes acciones, a pesar de que parezcamos tontos porque nadie sepa el origen de tanta bondad, eso no importa… porque hay alguien que si verá todo lo bueno que usted hizo, hace y hará y ese alguien le estará agradecido por seguir su legado y ejemplo, ese alguien que nació en Belen, nuestro Salvador: Jesucristo. ¿Será su sacrificio en vano?
¡Que tenga una feliz Navidad!
Es el sincero deseo de Logrosperu.com