Interpretar no es traducir, traducir no es interpretar
Cuando hablamos de carreras y profesionales, la traducción suele ir de la mano de la interpretación, a veces de manera casi inseparable, pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué y en qué se distinguen? Pues lo primero que hay que tener claro es que definitivamente son disciplinas distintas, pero que se encuentran muy relacionadas entre sí.
La diferencia básica que se suele decir que existe entre ambas es que el traductor se dedica a trabajar con textos y el intérprete con diálogos orales que ocurren, generalmente, en tiempo real. Así, el traductor transcribe un documento de un idioma en otro, mientras que el intérprete transmite el mensaje dicho por una persona a otra, de forma también oral.
Por otra parte, la tarea del intérprete incluye también desarrollar la habilidad de transmitir en cierta forma las emociones de quienes se están comunicando, de modo que el mensaje se traslade por completo y llegue a ser entendido en su totalidad. Lo mismo pasa con el uso de frases irónicas o jergas de cada idioma, donde éste tendrá que encontrar las variantes que sean más similares y cumplan la misma función en la otra lengua.
En resumen, la traducción apunta más a las habilidades en cuanto a lectura y escritura, mientras que la interpretación se orienta a la expresión oral y la audición. ¿Van de la mano? No hay duda; sin embargo, no son lo mismo y es fundamental tener eso claro porque finalmente podrás contar con la posibilidad de decidir en cuál de estas áreas te sientes más cómodo para especializarte.