El estudiante autónomo y activo
Hubo un tiempo en que las clases eran un monólogo: los estudiantes (colegiales, y hasta universitarios) eran como los espectadores de una obra de teatro actuada por un solo personaje, el profesor. Los alumnos asistían a las aulas, se sentaban, y durante el tiempo que durase la clase solo escuchaban pasivamente lo que el profesor les decía. Terminada la sesión, el profesor creía haber dado la cátedra de su vida, mientras que los alumnos quedaban con mil preguntas en la cabeza.
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